Desde el año 2017 nuestra comunidad había empezado a ver la luz al final del túnel. Después de la devastación y las invalorables pérdidas humanas que ocasionaron los huracanes María e Irma hace cinco años buscamos ser más fuertes y resilientes. Incluso con algunos altibajos comenzamos a sentir que la recuperación de nuestra comunidad estaba regresando a nuestras propias manos.

Cuando los equipos de noticias se fueron y la atención se desvió de Puerto Rico, aquellos de nosotros en las islas de Puerto Rico nos unimos para construir un país verde, inclusivo, sustentable y resistente para todas y todos los futuros puertorriqueños. En muchas comunidades al interior de Puerto Rico se iniciaron procesos de diálogo para desarrollar enfoques de adaptación climática, recuperación liderada por la comunidad y financiamiento solar. El impulso, visión y, sobre todo, esperanza nos daba aún más fuerza.

Luego, casi cinco años después, el huracán Fiona acaba de golpear a puerto rico para llevarnos de regreso a lugares oscuros.*

El huracán Fiona trajo consigo una extraordinaria cantidad de lluvia en poco tiempo; estas las lluvias extremas alcanzaron hasta 32 pulgadas o inclusive más en algunos lugares. Las devastadoras inundaciones que siguieron están literalmente arrasando con algunos de los esfuerzos de reconstrucción de los últimos cinco años. La red eléctrica colapsó, manteniendo a 1,4 millones de hogares sin acceso a luz eléctrica. En esa oscuridad, muchos reviven el trauma que se sintió sintieron en el último huracán.

Inundaciones, apagones, desplazamiento, tiempo fuera de la escuela, acaparamiento de tierras, pérdida de vidas humanas y seres queridos, así como la pérdida de la comunidad que a veces no se recupera.

Los desastres revelan la existencia de inequidades tanto en Puerto Rico como en todo el mundo, y también que su impacto dura muchos años.

Un huracán expone las venas de desigualdad y pobreza que atraviesan nuestras comunidades. En el caso de Puerto Rico, la violencia de género está aún más expuesta, igual que otros factores como la inestabilidad económica, la inseguridad alimentaria, el estrés mental y físico. Son siempre las comunidades más vulnerables las más afectadas; y son las poblaciones más vulnerables los que menos recursos tienen para recuperarse del impacto recibido por este tipo de desastres. El huracán puede pasar, pero la devastación perdura y se multiplica.

Aun así, a pesar de este nuevo azote del huracán Fiona, continúo creyendo en la capacidad de resiliencia de las islas de Puerto Rico. Oxfam trabaja de la mano con varios socios locales en las islas que están trabajando para evaluar y abordar las necesidades urgentes de nuestras comunidades. Entre ellos: Casa Pueblo, Observatorio para la Equidad de Género, Bosque Modelo, Resilient Power Puerto Rico, and Coordinadora Paz para la Mujer.

Las organizaciones locales en las islas de Puerto Rico están trabajando arduamente para asegurar una respuesta y recuperación que tenga como eje reducción de riesgo. Están trabajando las 24 horas para ayudar a salvar vidas y luego retomar el camino hacia la recuperación que comenzó en 2017.

La comunidad en Puerto Rico, y su capacidad de resiliencia, nos han animado a realizar un trabajo incansable en los últimos cinco años. Y nos seguirá sosteniendo frente a este nuevo desafío, y frente a los peligros climáticos en los años venideros.

Observamos de primera mano que los eventos climáticos extremos se han convertido en la nueva norma de vida. Depende de todas y todos nosotros reconstruir con mayor resiliencia y mayor unidad, para fortalecer a nuestras comunidades y que podamos resistir lo que suceda en los años que vienen.

Actúe: haga una donación hoy al fondo de respuesta a emergencias de Oxfam.

• El huracán María azotó a Puerto Rico el 20 de septiembre de 2017. En vista de los daños estructurales masivos en la isla y la respuesta totalmente inadecuada del gobierno federal de los EE. UU., Oxfam montó una respuesta humanitaria de emergencia, que se ha convertido en un programa en la isla.